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mismo gran principio de la salvación, aunque con formas diferentes, cuya
variedad de culto, de no haber sido permitida por el Todopoderoso,
hubiera conducido a que nuestros deberes religiosos no hubieran sido
prescritos tan categóricamente como lo son en la ley de Moisés.
El marqués no acostumbraba a dar la mano; pero en la ocasión
presente agarró la mía y la sacudió amablemente, único modo de
aquiescencia con mis sentimientos, que quizá un católico celoso podía o
debía manifestar en tal ocasión.
Durante dos o tres vueltas sobre la larga terraza surgieron otras
consideraciones a la vista de las extensas ruinas, y luego nos sentamos
durante un cuarto de hora en un pabellón abovedado, de piedra de
sillería, decorado con el escudo de armas del marqués, y cuyo techo,
aunque abierto en alguno de sus arcos, se conservaba aún entero. «Aquí -
dijo, adoptando el tono de su anterior conversación-, me gusta sentarme,
bien al mediodía, cuando en este interior me encuentro resguardado del
calor, o a la caída de la tarde, cuando los rayos de sol se extinguen
sobre la amplia superficie del Loira. Aquí, según las palabras de vuestro
gran poeta, con quien, a pesar de ser francés, estoy más íntimamente
compenetrado que la mayoría de los ingleses, me gusta descansar.
Showing the code of sweet and bitter fancy.
Tuve buen cuidado de no protestar contra esta manera de expresar un
pasaje bien conocido de Shakespeare, pues sospeché que el excelso poeta,
hubiera desmerecido ante la opinión de juez tan delicado como el marqués
si hubiese querido demostrarle que aquél había escrito chewing the cud.
según todas las autoridades en la materia están conformes. Además,
ya había tenido bastante con nuestra anterior disputa, estando convencido
desde hacía tiempo (aunque no hasta transcurridos diez años después de
que dejó el colegio de Edimburgo) que lo principal en la conversación no
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consiste en exhibir el superior conocimiento de uno en asuntos sin
importancia, sino en incrementar, mejorar y corregir la información que
uno posee por la autoridad de los otros. Por eso dejé al marqués en su
error y fui recompensado con una erudita disquisición sobre el estilo
florido de arquitectura introducido en Francia durante el siglo XVII.
Señaló sus méritos y sus defectos con gran acierto, y habiendo tocado
asuntos similares a los que antes fueron motivo para mí de reflexiones,
hizo un llamamiento a favor de ellos de género diferente fundado en los
recuerdos que despertaban. «¿Quién -dijo- destruiría voluntariamente las
terrazas del castillo de Sully, ya que no se las puede pisar sin recordar
la imagen de ese hombre de Estado, que se distinguió a la vez por una
integridad severa y por una sagacidad de espíritu firme e infalible? En
el caso de alterar sus contornos, su disposición, ¿podríamos aún
imaginárnoslas el escenario de sus reflexiones patrióticas? ¿Sería
escenario adecuado una casa vulgar para el duque, sentado en un sillón y
la duquesa en un tabouret, dando allí lecciones de valor y fidelidad a
sus hijos, de modestia y sumisión a sus hijas, de rígida moralidad a
ambos, mientras el círculo de los jóvenes nobles escuchaba con oídos
atentos y los ojos fijos con modestia en el suelo, de pie, sin replicar
ni sentarse sin el mandato expreso de su príncipe y padre? No, señor -
dijo con entusiasmo-; destruid el pabellón principesco en que tenía lugar
esta edificante escena familiar y se quita de la imaginación la
verosimilitud, la veracidad de toda la escena. ¿O puede su imaginación
suponer a este distinguido par y patriota paseando en un jardin anglois?
En ese caso, también cabría figurárselo vestido con una levita azul y un
chaleco blanco en vez de su casaca a lo Enrique IV y su chapeau à plumes.
Considere cómo se hubiera desplazado en el laberinto tortuoso de lo que
usted ha llamado ferme ornée, con sus dos filas habituales de guardas
suizos precediéndole y el mismo número siguiéndole. Al recordar su cara
con su barba, sus haut-de-chausses à canon, unidas a su justillo con
innumerables aiguilettes y nudos de cinta, no podría usted, suponiéndole
en un jardin anglois moderno, distinguirle de algún viejo loco que ha
tenido la humorada de vestirse como su tatarabuelo y a quien un
destacamento de gens d' armes conduce al Hôpital des Fous. Pero contemple
la extensa y magnífica terraza, si aun existe, por la que el exaltado y
leal Sully acostumbraba a pasear, solitario, dos veces al día, mientras
reflexionaba en los planes patrióticos que acariciaba para aumentar la
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Diligentia comparat divitias - pilność zestawia bogactwa. Cyceron
Daj mi właściwe słowo i odpowiedni akcent, a poruszę świat. Joseph Conrad
I brak precedensu jest precedensem. Stanisław Jerzy Lec (pierw. de Tusch - Letz, 1909-1966)
Ex ante - z przed; zanim; oparte na wcześniejszych założeniach.