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péndulos tu energía y éstos se te pegan más todavía.
En segundo lugar, no tienes derecho ni a juzgar ni a cambiar nada en este
mundo. Tienes que aceptar todo como si fueran los cuadros de la exposición,
te gusten o no. En una exposición pueden exponerse muchos cuadros que te
parezcan poco atrayentes. Sin embargo, no se te pasa por la cabeza exigir que
se los quite de ahí. Después de haber aceptado el derecho del péndulo a
existir, tienes derecho de abandonarlo y no dejarte influenciar. Lo importante
es no luchar con el péndulo, no censurarlo, no perder los nervios, pues todo
eso significará tu participación en el juego. Al contrario: debes aceptarlo
tranquilamente como algo debido, como un mal inevitable y después retirarte.
Al expresar el rechazo de cualquier manera, das la energía al péndulo.
Antes de llegar a comprender lo que significa elegir tienes que aprender a
negar. Normalmente, las personas no imaginan con claridad qué es lo que
quieren. Pero todos saben con exactitud qué es lo que no quieren. En el intento
de librarse de las cosas o sucesos indeseables, la mayoría actúa de manera
que todo le resulte justo al revés. Para negar es necesario aceptar. La palabra
«aceptar» aquí no significa estar dispuesto a recibir o conformarse, sino es
reconocer el derecho de existir y, por tanto, indiferentemente pasar por alto.
Aceptar y soltar, significa: dejar que lo indeseable pase a través de ti y
despedirlo diciéndole adiós y hasta nunca. De lo contrarío, aceptar y retener,
significa: dejar que entre en ti y luego tomarle afecto u oponerse.
Si te molesten los pensamientos sobre lo que a ti no te gusta, eso habrá
en tu vida. Imagínate que a uno no le gustan manzanas. Las odia con toda su
alma, le dan asco. El hombre podría simplemente dejar de prestar atención a
las manzanas, pero no le sirve el hecho de que en el mundo donde él vive,
exista una asquerosidad tal como las manzanas.
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Reality Transurfing - Volumen I
Se molesta sólo con que aparezcan ante sus ojos, y en cada ocasión el
hombre expresa su repugnancia de forma muy activa. Así se ve a nivel
material. A nivel energético, sin embargo, el hombre se lanza ansiosamente
sobre las manzanas, llena su boca, las come chascando y con mucho ruido,
chilla que las odia, se llena los bolsillos con manzanas, se atraganta y otra vez
se queja que está harto de manzanas. Al hombre no se le ocurre que él puede
simplemente excluir las manzanas de su vida si no las quiere.
Quieres algo o lo odias: eso no tiene importancia. Lo importante es: si tus
pensamientos se concentran en el objeto de tus sentimientos, la energía de los
pensamientos se fija en una frecuencia determinada como consecuencia, te
encuentras dominado por un péndulo y te trasladas a las líneas de la vida
correspondientes, donde el objetivo de fijación está presente en abundancia.
Si no quieres tener algo, simplemente deja de pensar en ello, pásalo por
alto con indiferencia, y eso desaparecerá de tu vida. Excluir de la vida no
significa evitar, significa ignorar. Evitar es dejar que entre en tu vida y luego
intentar muy activamente deshacerse de eso. En cambio, ignorar significa no
reaccionar de manera ninguna y, por tanto, no tener.
Imagínate que eres un radiorreceptor. Cada día te despiertas y escuchas
una emisora de radio que detestas, y esta emisora es el mundo que te rodea.
¡Pues, sintonízate a otra frecuencia!
Te puede parecer que instalar una cortina de acero entre tú y el mundo
puede salvarte de los péndulos indeseables. Pero eso no es nada más que una
ilusión. Al permanecer en la coraza de acero te dices: «Soy una pared ciega.
No veo nada, no escucho nada, no sé nada, no digo nada a nadie. No hay
acceso a mí». Para mantener este campo protector se requiere un gasto de
energía muy considerable. El hombre que se esfuerza en aislarse
intencionalmente del mundo siempre está en tensión. Además, la energía de
su campo protector está sintonizada a la frecuencia del péndulo contra el cual
se dirige la defensa. Y es precisamente lo que el péndulo necesita. Le da lo
mismo cómo le estés dando la energía: con o sin ganas. ¿Cuál es, entonces, la
defensa contra el péndulo?. El vacío. Si soy vacío, no tengo con qué se me
pueda enganchar. No entro en el juego del péndulo, pero tampoco intento
defenderme de él. Simplemente lo ignoro. La energía del péndulo pasa volando
sin tan siquiera rozarme y se dispersa en el espacio. El juego del péndulo ni me
preocupa ni me molesta. Respecto a él, soy vacío.
El principal objetivo del péndulo: atraer a todos los partidarios posibles y
obtener su energía. Si ignoras al péndulo, te dejará en paz y pasará a los otros,
pues el péndulo influye sólo en los que aceptan su juego, es decir, en los que
empiezan a emitir en su frecuencia.
Un ejemplo muy burdo: te sigue un perro ladrador. Si das la vuelta, el
perro ladrará con más fuerza. Si lo tomas en serio y empiezas a porfiar con él,
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Reality Transurfing - Volumen I
el perro aún correrá detrás de ti durante mucho tiempo, porque es justamente
su objetivo: encontrar a alguien con quien armar el escándalo. Pero si lo
ignoras, el perro pasará a otro objeto. Y toma nota: al perro ni se le ocurrirá
ofenderse contigo por no prestarle atención. Está tan absorbido en su objetivo
de obtener energía que no piensa en otra cosa. En lugar de un perro puede ser
una persona cizañera, pero el modelo funcionará de la misma manera.
Si te molesta alguien, intenta probar en él el modelo de péndulo
destructivo; seguramente le sentará bien. Si no puedes detener al
«cataplasma», en tal caso, simplemente no contestes a sus provocaciones,
ignóralas. Él no te dejará en paz mientras no dejes de darle tu energía. Y la
energía se la estás dando tanto de modo directo, entrando en disputa con él,
como de modo indirecto, odiándole en silencio. Dejar de dar energía significa
no pensar en esa persona en absoluto, quitarle de tu cabeza. Decide
simplemente para tus adentros: «¡Qué te den morcilla!», y éste abandonará tu
vida.
Sin embargo, ocurre frecuentemente que es imposible tan sólo ignorar al
péndulo. Por ejemplo: tu jefe te llama para que pases por su despacho.
Negarte o defenderte significará una pérdida de energía, porque tanto una
actitud como la otra representan la lucha contra el péndulo. En tales casos,
puedes fingir que aceptas el juego del péndulo. Lo importante es que te
mantengas consciente de no hacerlo en serio.
Imagínate que un fortachón levanta el martillo y te golpea con toda su
fuerza. Tú no tienes nada en contra, no te defiendes, pero tampoco le atacas.
Sólo que en este instante retrocedes tranquilamente y el mozo, junto con su
martillo, cae al vacío. Esto significa que el péndulo no puede engancharte y se
hunde.
Este principio es la base de la lucha aikido. Allí pasa, literalmente, lo
siguiente. Al atacante le cogen del brazo, van junto a él como acompañándole,
y luego simplemente le sueltan y éste vuela en la dirección hacia donde iba
apuntada su energía. Todo el secreto está en que el defensor no tiene nada en
contra del ataque; se conforma con la táctica del atacante, va junto a él un
tiempo y luego le suelta. La energía del atacante se hunde en vacío, porque si
el defensor está «vacío», pues entonces no tiene nada por donde engancharle.
La técnica de tal retirada suave está en que respondes con un
consentimiento al primer ataque del péndulo, y luego retrocedes con
diplomacia o rediriges suavemente el movimiento en la dirección que crees
más oportuna. Por ejemplo: el jefe excitado quiere cargarte con un trabajo y te
exige enérgicamente que el trabajo esté hecho tal como él lo dice. Pero tú
sabes que ese trabajo se hace de otra manera o, más aún, no crees que esté
dentro de tus obligaciones. Si empiezas a contradecirle, discutir o defenderte,
él, sin más, te exigirá obediencia.
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Reality Transurfing - Volumen I
Es él quien ha tomado la decisión y tú actúas en su contra. Haz todo lo
contrario. Escúchale con atención, confórmate con todo y deja que se agote el
primer impulso. Y después, con tranquilidad, empieza a hablarle sobre los
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I brak precedensu jest precedensem. Stanisław Jerzy Lec (pierw. de Tusch - Letz, 1909-1966)
Ex ante - z przed; zanim; oparte na wcześniejszych założeniach.