Et unum hominem, et plures in infinitum, quod quis velit, heredes facere licet - wolno uczynić spadkobiercą i jednego człowieka, i wielu, bez ograniczeń, ilu kto chce.

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de algún personaje, pero no lo creo del todo, porque si hubiera sido así,
sería chocante que le prendieran, como le prendieron, cuando tenía
diecisiete años.
-Pronto empezó.
-Sí; le prendieron sin culpa. Él era empleado de uno que había hecho
una estafa, y lo metieron en el Saladero con su principal. Esto lo cuenta
él mismo. Un día pare que fue el juez a tomar declaración a un preso, y
estando el escribiente copiando la declaración, le dio un mal y tuvieron
que llevarle a su casa. El juez preguntó al alcaide si no tenía algún preso
que supiera escribir al dictado, y el alcaide llamó al Maestro. Éste se
sentó en la silla, miró los papeles y se puso a escribir. El juez, al terminar
la declaración, echa una mirada a los autos y queda asombrado. No se
conocía donde había empezado a escribir el Maestro y dónde había
acabado el escribiente; la letra de uno y otro eran iguales.
-¡Qué tío!
-Cuando contaba el Maestro esto, decía que si aquel juez no hubiera
sido un estúpido, él no habría terminado mal; pero al juez lo único que
se le ocurrió fue decir que aquel chico era peligroso y que había que tener
con él mucho ojo. El Maestro, que vio que extremaban la vigilancia con
él por el motivo de haberle hecho un favor, claro, se indignó. Luego, en
el Saladero, conoció a un falsificador célebre, y entre los dos, desde la
misma cárcel, le sacaron a un francés cuarenta mil duros por el registro
del entierro.
144
Pío Baroja
-¡Qué bárbaros!
-Dieron cinco o seis golpes por el estilo. Al fin cayeron en que eran ellos
dos y se les formó causa de nuevo. Le preguntaban a uno: «¿Quién ha
sido el que ha escrito esto?». «Yo», contestaba. Le preguntaban al otro:
«¿Quién ha sido el que ha escrito esto?». «Yo», contestaba también. No
podían saber cuál de los dos era. Entonces al juez se le ocurrió meterlos
a cada uno de ellos en un cuarto y hacerles escribir la carta por la que
habían venido a saber que estaban preparando un entierro: y, ¡chico!, los
dos escribieron igual, con la misma letra y los mismos borrones. Figúrate
tú qué maña tendrá este hombre, que algunas veces, cuando ha habido
baile y banquetes en el Palacio Real, ha falsificado la invitación, se ha
puesto un frac y allá se ha marchado, alternando con duques y
marqueses.
-¡Rediez! -dijo Manuel, admirado-. ¿Y el compañero del Saladero vive?
-No; creo que murió en América.
-¿Ha estado allá también el Maestro?
-En todas partes; ha recorrido medio mundo, y en cada sitio ha dejado
diez o doce falsificaciones.
-¿Será rico?
-Sí, seguramente.
-¿Y qué hace con el dinero?
-Chico, yo no lo sé. No le gustan las juergas, no tiene queridas. El Cojo
me dijo una vez que el Maestro tenía una hija educándose en Francia y
que le dejaría una fortuna.
-¿Y dónde vive ese hombre?
-Vive hacia Chamberí; allí creo que se pasa los días leyendo y tocando
la guitarra y besando el retrato de su hija.
-Sería curioso saber lo que hace.
-No lo hagas; a mí me entró la misma curiosidad. Un día le vi salir de
un juego de bolos de los Cuatro Caminos. «Vamos a ver lo que hace este
punto», me dije, y fui al otro día, y lo encontré. Estaba muy alegre,
jugando, hablando, accionando; parecía que no me había conocido. Al
día siguiente, el Cojo me dijo:
-No vuelvas donde estuviste ayer si no quieres reñir conmigo para
siempre.
Comprendí la advertencia y no he vuelto.
Era curiosa la vida, pura y sencilla, de aquel hombre, metido en
combinaciones de estafas y de engaños. Manuel escuchaba a su primo
como quien oye un cuento.
-¿Y la Coronela? -le preguntó.
-Nada..., una pendona. Fue la querida de un relojero, que se hartó de
ella porque era una tía ordinaria, y luego se lió con ese militar. Es una
tía sucia y mala.
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La lucha por la vida II. Mala hierba
-Es mala, sí. Desde el primer día que la vi me lo pareció.
-¿Mala? Es una loba y tiene furor..., ¿sabes? Hace ignominias. Antes,
cuando algún señorito seguía a alguna de sus hijas, le hacía subir a su
casa, y allá le decía que con sus hijas nada, pero que con ella, sí. Ahora
va a los cuarteles... Es una tía de lo más indecente... Pero lo que está
haciendo con su hijo es todavía peor.
-¿Pues qué hace?
-Nada. Que por entretenerse, le viste de chica y le pintan, y ya no le
llaman Luis, como se llama él, sino Luisita la Ricopelo.
-¡Cristo! -murmuró Manuel, dando un puñetazo en la mesa-. Eso es
demasiado. Hay que denunciar eso.
-Calla, que viene gente -advirtió Vidal.
Tres hombres y una muchacha se sentaron en la mesa de al lado.
Uno de ellos era un viejo teñido, con la cara llena de arrugas blandas [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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    Fallite fallentes - okłamujcie kłamiących. Owidiusz
    Diligentia comparat divitias - pilność zestawia bogactwa. Cyceron
    Daj mi właściwe słowo i odpowiedni akcent, a poruszę świat. Joseph Conrad
    I brak precedensu jest precedensem. Stanisław Jerzy Lec (pierw. de Tusch - Letz, 1909-1966)
    Ex ante - z przed; zanim; oparte na wcześniejszych założeniach.